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Hoy les traigo una escena que me encanta de la tercera entrega de la saga del mago gafotas. Se trata de uno de esos momentos realmente mágicos que se dan pocas veces en el cine fantástico, aunque parezca mentira, y todo se lo debemos al gran maestro John Williams. La calidad es bastante mala, pero no he encontrado nada mejor. Y me sirve como pequeño adelanto para una sorpresita que estoy preparando. Podéis ver el vídeo pinchando en el siguiente link:

Buckbeak’s Flight

En navidades me recomendaron echarle un vistazo al trailer de esta película, y la verdad es que no me extrañó nada el entusiasmo con el que me lo dijeron después de verlo. Aventuras y fantasía, con efectos chulos y resultones. Entonces descubrí que, siguiendo la moda de Hollywood, Las Crónicas de Spiderwick eran una serie de libros infantiles. Con el segundo trailer me entró más curiosidad y ganas por ver con qué nos sorprendían esta vez (si es que lo conseguían), y tras haberla visto tengo que decir que han superado mis espectativas, pues con tanta mierda entre las adaptaciones que han hecho en los últimos dos años no quería esperarme mucho.

Las Crónicas de Spiderwick comienzan cuando Jared Grace y su familia se mudan a la casa de su bisabuelo, Arthur Spiderwick. En ella Jared encontrará el cuaderno de campo sobre el mundo mágico que el hombre escribió y, al hacerlo, pondrá en peligro a todos los seres sobre los que se habla en el libro, pues el ogro Mulgarath lo ansía para convertirse en la criatura más poderosa. El trabajo de los protagonistas consistirá en proteger el manuscrito de Spiderwick de las garras de éste y sus secuaces. Una historia simple y efectiva que el director Mark Waters ejecuta a la perfección, con un ritmo trepidante y que no decae, consiguiendo mantenerte en la butaca durante toda la proyección. Pero como se dice en la película, hay mucho más de lo que se ve a simple vista. La familia protagonista, rota por una separación, la relación tirante de Jared con su madre y sus explosiones de ira le dan un toque más realista, lejos de los niños perfectos y con el mundo en su contra de otros libros y filmes.

Freddy Highmore hace un estupendo doble papel como los gemelos Grace, Jared (impulsivo e irascible) y Simon (más formal y pensativo). Es difícil interpretar a dos personajes que interactúan juntos y dotarlos de personalidad propia, y este chaval lo consigue de manera convincente. Y supone un contrapunto importante a dos de sus interpretaciones anteriores, en Arthur y los Minimoys y Charlie y la fábrica de chocolate, donde sus personajes eran más inocentes y santurrones, aunque no por ello con menos encanto. En cuanto al resto del reparto, todo correcto, y con especial atención a la voz del ogro, a cargo de Nick Nolte, y de Dedalete/Thimbletack, por Martin Short; sin dejar de lado a Arthur Spiderwick, interpretado por David Strathairn.

En el apartado técnico tenemos a la ILM (Industrial Light & Magic) como encargada de los efectos visuales, junto a la compañía fundada por Phil Tippet (ahora no recuerdo el nombre). ¿Que quiénes son y qué han hecho con su vida? Pues los primeros son responsables de, por ejemplo Star Wars o el león Aslan de Las Crónicas de Narnia. Y Phil Tippet es responsable de los innovadores efectos de Parque Jurásico, por decir algo al azar. Ambas son sinónimo de un trabajo bien hecho y eso lo demuestran con creces en esta cinta, con una fiel reproducción siempre que ha sido posible de las criaturas de los libros. No sé qué opinarán los lectores, pero yo quiero un trastolillo gracias a ellos.

La banda sonora corre a cargo de James Horner, siendo una partitura sencilla y efectiva, en la que por desgracia hay un par de momentos que recuerda demasiado a la que hizo para Casper; pero quitando el ligero dèja vu que pueda tener yo, a mi, por lo menos, me gusta. No es excesivamente épica y tiene muchos temas oscuros, y es muy adecuada para el ambiente de Las Crónicas de Spiderwick.

Para terminar, les dejo con unos vídeos que he encontrado, que corresponden a tres escenas de la película. La lástima es que sólo una de ellas está en inglés, pero menos da una piedra:

- Encuentro con Cerdonio
- El ogro Mulgarath
- El túnel

También os dejo un “cómo se hizo” que está bastante curioso, y demuestra que un trabajo cuidadoso y bien hecho siempre tiene un buen resultado. Lo podéis leer pinchando este link.

Estoy vaga, muy vaga. Llevo vistas unas 8 películas en las últimas 2 semanas y aunque me gustaría hablar de ellas me da pereza. Así que me parece que voy a recurrir a lo fácil, que es hablar sucintamente de la doble proyección que Megagumi hizo el domingo y pegar un par de vídeos para quien no sepa de qué va la vaina.

Fué una tarde dedicada a las adaptaciones cinematográficas de viñetas, americanas y japonesas. Representando a los primeros teníamos 300, una sangrienta obra épica que plasma con mucha fidelidad el entorno creado por Frank Miller (para quien no lo sepa, es el señor que escribió y dibujó esta historia hace unos años). Una sangrienta y épica historia con base real (la batalla de las Termópilas) con un tratamiento digital como el que se pudo ver en Sin City (también basado en unas novelas gráficas de Frank Miller). Sinceramente, a mi me encanta ésta película. Dejando aparte las licencias históricas que se pueda uno tomar en cuanto a peleas, estilos de lucha, armas y un largo etcétera, que al ser una adaptación de una obra de ficción pues no se pretende ser 100% fiel; la historia base no se ve alterada, y las secuencias de lucha suponen en mi opinión una manera de hacer bella la violencia sin compasión. Esos cambios de velocidad en mitad de un movimiento nos dejan estampas realmente bellas que recuerdan (mayor o menormente) a esas vasijas griegas con esos perfiles perfectos sosteniendo una jabalina.
Una escena que me gusta mucho de 300 es la primera batalla (o más bien escaramuza) entre los espartanos y los persas, ya que es la única vez que se muestra de forma fiel cómo funciona una falange de hoplitas griegos, la impenetrable unidad de infantería que más tarde perfeccionaron los romanos en su legión. Disfrutadla pinchando en el link:

Primera batalla de ’300′

El representante de las adaptaciones de obras japonesas a la gran pantalla fué Transformers. Personalmente y por lo que he podido averiguar, tengo que decir que la serie de animación y demás están basados en los juguetes que la marca Hasbro sacó al mercado en los años 80 en un intento de sacar tajada de las series de robots que hacían furor en Japón( y EEUU) como Gundam o Macross. Después hubo series, comics, etc. Pero volviendo al tema que nos ocupa (la adaptación cinematográfica), aunque nunca será santo de mi devoción he de decir que la factura de la película es muy buena. Los que conocemos la serie precedente sabíamos que sólo veríamos una cosa: robots que luchan. Y quien esperase algo más, no sabía a lo que iba, más sabiendo que el responsable de la cinta no es otro que Michael Bay, conocido por ser un especialista en cine de acción espectacular (aunque le suela fallar el guión). Transformers es espectacular, los avances en los efectos digitales consiguen que creamos realmente que un Camaro puede convertirse en un robot alienígena, integrando a los actores perfectamente con la parte digital. Si bien la historia es sencilla, no se necesita mucho más, puesto que no hay más que esa historia, esa trillada lucha entre el bien y el mal. Pero qué quieren que les diga, es una película para disfrutar y maravillarse de la técnica moderna. Coman palomitas.
La escena que hay más abajo corresponde al momento en el que los Autobots (los buenos) llegan a la Tierra y que, a pesar de que la banda sonora no es sobresaliente, en esta escena en particular a mí me puso los pelos de punta, la sincronización entre partitura e imágenes es realmente bella y esa combinación tan bien llevada a cabo la convierten en una de las mejores escenas de la película:

Llegada de los Autobots a la Tierra

Pensaba dedicar mi primera entrada a Harry Potter, pero puesto que desvelaría detalles de la trama y casi nadie se ha leído el libro en inglés, voy a esperar una o dos semanas para darle tiempo al personal para terminarlo. Así pues, hablaré de la última película que he visto, Sweeney Todd.

Por tercera vez en su carrera, Tim Burton nos presenta un musical, aunque esta vez basado en el libreto del compositor Stephen Sondheim, que a su vez se basó en la historia de un asesino en serie que en el Londres del siglo XIX mató a decenas de personas haciéndose pasar por barbero. La obra de Broadway parece hecha a la medida de Burton, quien con su toque personal le da al filme un ambiente lóbrego que le va que ni pintado, retratando los bajos fondos de Londres con una fidelidad asombrosa y constituyendo un marco ideal para esta historia de traición y venganza. El guión hila con maestría el drama, lo macabro, el absurdo y la comedia, consiguiendo que el espectador disfrute se quede pegado a su asiento, canturreando las melodías, se ría con la sra. Lovett (a este respecto, el tema “A Little Priest” es hilarante), y quede fascinado por la tan bella ejecución de esta historia.

Benjamin Barker (Johnny Depp) era un barbero con una mujer de la que se quedó prendado el Juez Turpin (Alan Rickman); para conseguirla, acusa a Barker falsamente y lo envía a prisión. Años después, el barbero escapa y al regresar a la ciudad se entera de que su mujer ha muerto y Turpin es el tutor de su hija. La rabia que siente en su interior le impulsará a vengarse pasando por encima de quien haga falta, con la inestimable ayuda de la Sra. Lovett (Helena Bonham-Carter), una vecina suya. Depp consigue una interpretación muy en su línea de los personajes torturados que le proporciona Tim Burton, alguien que habiéndolo perdido todo se agarra a lo único que le queda, la venganza. Una mente torturada al borde de una locura sangrienta que la sra. Lovett consigue catalizar y contener a duras penas. Johnny Depp dota a Sweeney Todd de mucha fuerza, pero contenida y a punto de explotar; incluso sientes la tortura interior, la culpa y la infinita pena y soledad al haberlo perdido todo. La única pega que le veo es el acento británico, que imita a duras penas y que da como resultado un habla tipo Jack Sparrow. Helena Bonham-Carter nos muestra una Sra. Lovett que se toma las desavenencias de la vida con filosofía y las acepta, y se vuelca por completo en ayudar a Todd en su plan de venganza. Quizá un poco “pasota” con todo lo que ocurre a su alrededor, pero en general correcta. Alan Rickman, como siempre, en su línea de inglés estirado, y que hubo un momento en el que no pude evitar pensar que el Profesor Snape le ha marcado, o que él ha marcado a Snape (quien la haya visto puede que sepa a qué me refiero).

Y ahora vamos a lo importante, la valoración musical. La partitura es la misma del musical de Broadway, que de por sí es fantástica, pero que con la grabación en estudio gana muchos puntos y que, una vez más, parece hecha a la medida de Tim Burton. Las interpretaciones están muy bien, si nos atenemos a que ninguno de los intérpretes son cantantes profesionales, pero vamos a verlas de forma individual:

- Sweeney Todd: Si dejamos atrás el detalle con el acento británico de más arriba, la interpretación de Johnny Depp es muy buena, únicamente se le puede achacar que canta en susurros, no sube mucho la voz y eso le quita carácter a una interpretación muy buena.
- Sra. Lovett: Este personaje tiene una partitura difícil, con muchos cambios de tono y muy bruscos, y la verdad es que Helena Bonham-Carter tiene mi admiración por enfrentarse a ello. Su interpretación no hace alarde de grandes vibratto, pero en cambio consigue una ejecución muy buena. La pega en este caso viene por la apatía de su interpretación en general, que se extiende a la parte cantada, muy etérea, y a veces no termina de gustarme.

No voy a comentar todos los personajes, básicamente porque es muy tarde y hasta los perros madrugan. Os dejo un par de canciones (sin spoilers) para quien no haya visto la película aún:

Sweeney Todd – No Place Like London

Sweeney Todd – The Worst Pies in London

Para terminar, mi opinión sobre la película, que en general es muy buena. Un gran guión, unos grandes actores, un gran director y una gran partitura suelen ser garantía de un gran musical, y éste es el caso. Como todo, tiene sus defectos, pero la película perfecta no existe. Así que recomiendo darle una oportunidad: Los ambientes lóbregos made in Burton sirven perfectamente a la ambientación, los actores tienen unas interpretaciones muy buenas y la música (alma de este género) es magnífica. Y si además te gusta alguno de sus intérpretes o eres fan del director, no hace falta que diga mucho. Eso sí, la historia está “regada”, no han escatimado con la sangre. Quedan advertidos.

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