Es curioso cómo pasa el tiempo dentro de un avión en un vuelo transcontinental, pero eso es una historia que leeréis dentro de dos entradas. Ahora os contaré el día tranqui que tuvimos por puro cansancio, tanta tralla termina pasando factura a pesar del Lipovitan (bebida que sabe a jarabe con 1000mg de taurina, mano de santo contra el jet lag y el cansancio). Nos levantamos a las mil y nos fuimos con Iker y Goiuri a visitar la “zona chunga” de Akiba. La llaman así porque no son las calles principales y así como en España te encuentras en las fruterías las cosas metidas en cajas a la puerta de las tiendas, aquí ocurre lo mismo pero con tarjetas gráficas, teclados y casi cualquier componente electrónico e informático. Además, las tiendas están como escondidas, cada portal puede tener 3 tiendas y no darte cuenta de que existen si no es por un pequeño cartel a un lado, todo un mundo. Y no sólo de componentes, también videojuegos y figuras, todo mezclado en tienduchas con cosas interesantes. Por 100 yennis me pillé un cargador USB para el móvil muy majo para países donde los enchufes son distintos.

Después de patear, ya entraba hambre, así que fuimos a un sitio a comer un ramen, que aún no lo había probado y después de tantos paquetes precocinados me apetecía probar el normal. Zumito y yo pedimos uno de wakame (un tipo de alga) y huevo, muy rico, pero realmente no es un gran plato. No creo que pudiera vivir a base de ramen, pero de katsudon sí; supongo que es cuestión de gustos. Lo acompañamos de unas gyoza que estaban muy buenas y además eran baratitas, todo un descubrimiento(os juro que en la foto había 5).


Para bajar la comida, nada mejor que ir al Don Quijote a curiosear y mirar las recreativas bemani (musicales), y con la comida ya bien asentada y sin sueño siestero, a Shibuya a acompañar a Iker, que tenía cd’s de un colega para repartir gratis a la gente más molona del lugar, y disfrutando del bullicio y las pantallacas con sonido y una definición de la leche. Así se nos hizo la hora de irnos, pues habíamos quedado con Razi y Nana para salir por Kabukichô e ir a un karaoke. La zona de Shinjuku, como la vez anterior, estaba petada, puede que incluso más, parecía haber alguna especie de evento musical o alguna cosa así, porque había gente con cartelitos y grupitos por todas partes, al igual que en Shibuya.

Nana se trajo a su novio Masa, un chico muy majo, pero como él no sabía ni papa de español y yo no sabía ni papa de japonés, no pudimos hablar mucho. El karaoke fue genial, una sala privada y barra libre de bebidas sin alcohol, contratas X tiempo y cuando te quedan 10 minutos te avisan para que vayas recogiendo. Al principio Zumito y yo estábamos tímidos, pero eso fue hasta que cantamos la primera canción. La lástima es que las canciones en japonés tenían el karaoke en hiragana, y era muy difícil de seguir; me he prometido que para la próxima vez me aprenderé alguna canción y mejoraré el hiragana.

Salimos contentillos y deshuevados de risa del karaoke, y como buenos japos, había que hacerse purikuras, como la otra vez fue muy divertido, ya las enseñaré, pero estas tenían menos filtros y no parecíamos sacados de una prueba de maquillaje.

Al salir un grupo de italianos nos pidió que les sacáramos una foto de grupo, y cuando les pedí que nos hicieran una foto a nosotros, el resultado fue este:

No sé qué carajo entendieron, pero no me importó mucho, eran majos y estuvimos hablando un ratillo de buen rollo. Y a todo esto eran las 12, la hora de recogerse si no quieres quedarte hasta las 7 que vuelve a haber metro, así que tras la amarga despedida (snif snif), nos fuimos a mimir.

2 comentarios para “Japón en 15 días: Shinjuku y karaoke”

  • Zumito:

    Me parece curioso que no hayas mencionado nada del alijo de cervezas de lata formato mendigo que llevamos al karaoke :p

  • Sayuri:

    Shhhhh calla hombre! No ves que estoy dando una imagen sana e inocente del viaje? xD

    Básicamente es porque no tengo fotos del alijo, sólo hay vídeos que hizo Nana :P

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