Entradas con la etiqueta ‘animación’

null

Si la semana pasada hablaba de cuentos tradicionales actualizados, hoy les toca a unos que saben de esto más que nadie. Y es que la gente de Dreamworks sabe como nadie mezclar cuentos clásicos y darles su toque particular. En esta ocasión le toca el turno a El Gato con Botas, una película que entre gags y trepidantes escenas nos cuenta una historia muy interesante.

Mezclando con habilidad los Cuentos de Mamá Oca El Gato con Botas y Humpty Dumpty con la historia de las judías mágicas, esta película ahonda en el pasado del minino que acompaña a Shrek desde la segunda entrega, su triste infancia y cómo consiguió su amadas botas. Un día, su amigo Humpty Dumpty le encuentra y le propone el negocio de su vida, conseguir las famosas judías mágicas y robar los huevos de oro del castillo del gigante con ayuda de Kitty Zarpas Suaves, una ladrona atractiva con unas habilidades sorprendentes.

null

El Gato con Botas se parece mucho al que dibujó Gustavo Doré en el s.XIX

El carismático Gato con Botas por fin tiene película propia, y aunque desconfiaba mucho de la calidad (se veía a la legua que era un producto para engordar la saca de la franquicia) debo decir que han conseguido una historia trepidante divertida sin caer en chistes fáciles (aunque no siempre). La película entretiene, no se hace larga, y tenemos escenas de acción muy bien montadas, así como personajes bien explotados. Es cierto que si eres conocedor de los cuentos clásicos muchas cosas te las vas a ver venir, pero es un handicap con el que esperas encontrarte y en mi caso no molesta para nada. Es lo que hay, son cuentos. Me parece muy curioso que el compañero de aventuras de Gato sea Humpty, ambos personajes pertenecientes a los Cuentos y Rimas de Mamá Oca, demuestra las ganas de hacer bien las cosas por parte de Dreamworks y les aplaudo por ello. En cuanto al apartado técnico, es sorprendente la expresividad de Gato y Kitty, y si nos fijamos encontraremos expresiones propias de los actores que les prestan la voz, Antonio Banderas y Salma Hayek, algo que aunque es habitual en la animación tradicional, en la animación 3D todavía no es habitual. Destacaré también que la voz de Kitty Zarpas Suaves sea en español también la de Salma Hayek, dándole ese toque mejicano y personal al personaje. Y para los cinéfilos hay una sorpresa en la película, ni más ni menos que guiños y parodias de varias películas. Yo he identificado un par de ellos, pero estoy segura de que hay muchas más. Dejad lo que descubráis en los comentarios e iremos intercambiando guiños.

En resumen, diversión y entretenimiento familiar a raudales sin hacerse pesado y un buen entrelazado de cuentos y personajes. Recomiendo verla en 3D porque es de las pocas veces en las que de verdad lo disfrutaréis, y lo dice alguien a quien no le gusta. Si os gusta el universo de Shrek no os la perdáis, porque no es un simple producto de franquicia. Y si sois enamorados del Gato con Botas desde su primera escena….¿qué más hay que decir?  Niños y mayores os lo pasaréis muy bien.

Parece que fué ayer cuando un vaquero y un justiciero espacial cobraron vida y se pelearon por primera vez, cuando el gran público conoció a Pixar Animation Studios y muchos descubrieron un nuevo concepto de animación, ideas frescas y originales. Yo era muy jovencita por aquel entonces, pero algún que otro corto había visto (como Tin Toy o el mítico Luxo Jr.) y me fascinaba lo que se podía hacer con los gráficos 3D. Desde aquel entonces, el estudio fundado por John Lasseter ha crecido mucho y para bien, y nos ha ido regalando algunas de las mejores películas de la última década, como Wall·E, Ratatouille y Up, demostrando una madurez en sus producciones que se sigue viendo a través de lo comercial y espectacular de sus producciones, algo que siempre he dicho y diré que no está reñido.

Hace 25 años que esta fábrica de sueños se fundó y os traigo un vídeo que es simplemente impresionante y que resume su historia con algunos de los mejores momentos de sus películas y sus cortos.

Y que sean muchos más.

Si alguien no conoce alguna de las imágenes que aparecen, en la descripción del vídeo lo pone, echadles un vistazo porque merece la pena ;)

.

Como buena niña que ha crecido con Disney, era obligado esta semana ver Enredados. El nuevo clásico de la factoría de sueños es el primero realizado por completo en 3D y tras el fracaso de Tiana y el Sapo es la esperanza del estudio por recuperar un público que se le escapa. La historia es la de Rapunzel, la chica con el pelo kilométrico que está atrapada en una torre, un cuento clásico de los hermanos Grimm que os reproduzco gracias a los cuentos de hadas:

Había una vez… una pareja feliz que desde hacía mucho tiempo deseaban tener un hijo o una hija. Un día, la mujer sintió que su deseo ¡por fin! se iba a realizar.

Su casa tenía una pequeña ventana en la parte de atrás, desde donde se podía ver un jardín magnífico lleno de flores hermosas y de toda clase de plantas, árboles frutales y verduras maravillosas. Estaba rodeado por una muralla alta y nadie se atrevía a entrar porque allí vivía una bruja.

Un día, mirando hacia el jardín, la mujer se fijó en un árbol cargadito de espléndidas manzanas que se veían tan frescas y tan deliciosas que ansiaba comerlas. Su deseo crecía día a día y, como pensaba que nunca podría comerlas, comenzó a debilitarse, a perder peso y se puso pálida y frágil. Comenzaba a enfermarse.

Su esposo se preocupó y le preguntó:

—¿Qué te pasa, querida esposa?

—Ay —dijo—, ¡si no puedo comer unas manzanas del huerto que está detrás de nuestra casa, moriré!

Su esposo, que la amaba mucho, le respondió:

—No permitiré que fallezcas, querida.

Cuando oscureció, el hombre trepó la pared, entró en el jardín de la bruja y rápidamente cogió algunas de aquellas manzanas tan rojas, las fue metiendo en un pequeño saco que llevaba y corrió a entregárselas a su esposa. Ella, de inmediato, comenzó a comerlas con deleite saboreando hasta el último pedacito. Eran tan deliciosas que al día siguiente creció su deseo por comer más.

Para mantenerla contenta, su esposo sabía que tenía que ser valiente e ir al huerto otra vez. Esperó toda la tarde hasta que oscureció, pero cuando saltó la pared, se encontró cara a cara con la bruja.

—¿Cómo te atreves a entrar en mi huerto a robarte mis manzanas? —dijo ella furiosa.

—¡Ay! —contestó él—, tuve que hacerlo, tuve que venir aquí porque me sentí obligado por el peligro que amenaza a mi esposa. Ella vio tus manzanas desde la ventana y fue tan grande su deseo de comerlas que pensó que moriría si no saboreaba algunas.

Entonces la bruja dijo:

—Si es verdad lo que me has dicho, permitiré que tomes cuantas manzanas quieras, pero a cambio me tienes que dar el hijo que tu esposa va a tener. Tendrá un buen hogar y yo seré su madre.

El hombre estaba tan aterrorizado que aceptó. Cuando su esposa dio a luz una pequeña niña, la bruja vino a su casa y se la llevó. La llamó Rapunzel.

Rapunzel llegó a ser la niña más hermosa de todo el planeta. Cuando cumplió doce años, la bruja la encerró en una torre en medio de un tupido bosque. La torre no tenía escaleras ni puertas, sólo una pequeña ventana en lo alto. Cada vez que la bruja quería subir a lo alto de la torre, se paraba bajo la ventana y gritaba:

—¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza de oro!

Rapunzel tenía un maravilloso y abundante cabello largo, dorado como el sol. Parecía de oro. Siempre que escuchaba el llamado de la bruja se soltaba el cabello, lo ataba alrededor de uno de los ganchos de la ventana y lo dejaba caer al piso. Entonces la bruja trepaba por la trenza de oro.

Un día un príncipe, que cabalgaba por el bosque, pasó por la torre y escuchó una canción tan gloriosa que se acercó para escuchar.

Quien cantaba era Rapunzel. Atraído por tan melodiosa voz, el príncipe buscó una puerta o una ventana para entrar a la torre pero todo fue en vano. Sin embargo, la canción le había llegado tan profundo al corazón, que lo hizo regresar al bosque todos los días para escucharla.

Uno de esos días, vio a la bruja acercarse a los pies de la torre. El príncipe se escondió detrás de un árbol para observar y la escuchó decir:

—¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza de oro!

Rapunzel dejó caer su larga trenza y la bruja trepó hasta la ventana.

—¡Oh, es así como se entra a la torre! —se dijo el príncipe—. Tendré que probar mi suerte.

Al día siguiente al oscurecer, fue a la torre y llamó:

—¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza de oro!

El cabello de Rapunzel cayó de inmediato y el príncipe subió. Al principio Rapunzel estaba muy asustada al ver a un hombre extraño, pero el príncipe le dijo gentilmente que la había escuchado cantar y que su dulce melodía le había robado el corazón.

Entonces Rapunzel olvidó su temor. El príncipe le preguntó si le gustaría ser su esposa a lo cual accedió de inmediato y sin pensarlo mucho porque —además de que lo vio joven y bello— estaba deseosa de salir del dominio de esa mala bruja que la tenía presa en aquel tenebroso castillo. El príncipe la venía a visitar todas las noches y la bruja, que venía sólo durante el día, no sabía nada.

Un día, en su ascenso, la bruja le dio un gran tirón en la trenza a Rapunzel y ella reaccionó cometiendo una terrible equivocación; le preguntó:

—Dime, ¿por qué eres tan pesada que me tiras del cabello, mientras que el príncipe sube hacia mí, rápido y sin hacerme daño?

—Niña perversa —gritó la bruja—, ¿qué es lo que escucho? ¡Así es que me has estado engañando!

En su furia, la bruja tomó el hermoso cabello de Rapunzel, lo enrolló un par de veces alrededor de su mano y, rápidamente, se lo cortó. Todo el cabello de oro y las maravillosas trenzas cayeron al piso. Después la bruja llevó a Rapunzel a un lugar remoto y la abandonó para que viviera en soledad.

Esa tarde, cuando oscurecía, la bruja se escondió en la torre. Pronto llegó el hijo del rey y llamó:

—¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza de oro!

Cuando la bruja escuchó el llamado del príncipe, amarró el cabello de la pobre Rapunzel a un gancho de la ventana y lo dejó caer al suelo. El príncipe trepó hasta la ventana y cuál no sería su sorpresa cuando se encontró con la malvada bruja en lugar de su dulce Rapunzel.

Ella lo miró con ojos perversos y diabólicos y le dijo:

—Has perdido a Rapunzel para siempre. ¡Nunca más la verás otra vez.!

El príncipe estaba desolado. Para colmo de su desgracia, se cayó desde la ventana sobre un matorral de zarza. No murió, pero las espinas del matorral lo dejaron ciego.

Incapaz de vivir sin Rapunzel, el príncipe se internó en el bosque. Vivió muchos años comiendo frutas y raíces, hasta que un día, por casualidad, llegó al solitario lugar donde Rapunzel vivía en la miseria.

De repente, escuchó una melodiosa voz que le era conocida y se dirigió hacia ella. Cuando estaba cerca, Rapunzel lo reconoció. Al verlo se volvió loca de alegría, pero se puso triste cuando se dio cuenta de su ceguera. Lo abrazó tiernamente y lloró.

Sus lágrimas cayeron sobre los ojos del príncipe ciego. De inmediato, los ojos de él se llenaron de luz y pudo ver como antes. Entonces, feliz de estar reunido con su amor, se llevó a Rapunzel a su reino, en donde se casaron y vivieron felices para siempre.

Respecto al cuento, como supongo que adivinaréis, la película tiene cambios, dándole más protagonismo a Rapunzel y convirtiéndola de una chiquilla a merced de la bruja a una jovencita que quiere tomar las riendas de su destino y salir de la torre donde está confinada; también convierte al príncipe en un sinvergüenza ladrón con más cara que espalda, y alguna cosilla más “made in Disney” como los animalillos acompañantes, pero en general son modificaciones que benefician a la historia, que tiene un punto dramático bastante importante (y un poco lacrimógeno, pero no demasiado). La historia está muy bien llevada, con momentos tiernos, divertidos, persecuciones y final trepidante y feliz, muy en la línea de los clásicos de siempre, y es un gusto ver cómo Disney se pone las pilas frente a los otros grandes de la animación como Dreamworks y la Fox; y a pesar de que Pixar forme parte de Disney, el estudio propiamente dicho estaba perdiendo un poco de fuelle y perdiendo terreno. 

Vayamos a la animación, de la que destacaré el pelo. La cabellera de Rapunzel es el hilo conductor de la película y como elemento importante está muy bien cuidado. Sirva de ejemplo el hecho de que Kelly Ward, técnico de software de pelo (uno de los tres especialistas de software encargados de simular el pelo de Rapunzel y de los principales personajes de la película) se doctoró en informática con una tesis que estudiaba el pelo y lleva diez años especializándose en esta área. Eso quiere decir que casi puedes tocar los pelos de la rubita y parece que sea de verdad, todo un logro en mi opinión, ya que la última inversión en tecnología del cabello no fue muy realista por mucho que dijeran. El resto de la animación muy fluída y en general sin pegas, cada vez son más expresivos los personajes humanos (y animales) y en especial los ojos de los protagonistas transmiten las emociones de una forma que no había visto antes.

Tercer punto, los personajes. Diré que Rapunzel es la primera princesa Disney con paletos y que eso la hace más que mona, aparte de esos ojazos expresivos que tiene. Muy vital e incluso “aniñada”, pero claro, si yo estuvera 18 años en una torre sin salir también me pondría histérica al salir. El guaperas de Flynt me recuerda a Aladdín por el movimiento de cejas que tiene, el peinado y el desparpajo, pero sólo es un vago recuerdo, ya que este sinvergüenza es más conquistador caradura que nuestro árabe favorito. Y la mala malísima, Madre Gothel, tiene un parecido con Michelle Pfeiffer que asusta.

La banda sonora corre en esta ocasión a cargo del oscarizado Alan Menken, especialista en hacer que nos acordemos de los musicales de broadway con temas como “Madre sabe más”. Sin duda es el mejor de los mejores para darle a Enredados una entidad propia, y unas canciones que se hacen pegadizas, aunque a mí esta vez no me ha pasado posiblemente porque estaba más interesada en la parte visual. Pero una escucha del CD lo arregla, tranquilos.

En resumen, es agradable volver a ver a Disney hacer lo que mejor saben: cuentos. Y espero que esta película sea un comienzo de una nueva etapa para el estudio. Como buena niña Disney que soy.

Por si esta parrafada no os ha convencido, os daré tres razones para ir a verla:

  1. Nunca me he reído hasta llorar con una película de Disney, y esta lo ha conseguido. Dos veces.
  2. El pelo. Tenéis que ver lo que han conseguido con la textura del pelo.
  3. Maximus y Pascal. Quiero un camaleón.
Para quien tenga curiosidad, os dejo un enlace a un reportaje exhaustivo del blog Informemos de Disney en el que encontraréis bocetos, clips, entrevistas y muchas curiosidades sobre la realización de esta película, que lo disfrutéis.

Para nuestra sorpresa, el día apareció estupendo, con un solazo muy majo, así que no hubo que preocuparse por la excursión que queríamos hacer y nos fuimos al parque Disney, que está un poco a tomar por el culo. Pero antes, el desayuno friki por excelencia, una caracola de chocolate y un Van Houten Cocoa, como Konata:

Aquí un mapa del parquecillo:

Y aquí la tenéis en grande

El parque está junto al Disneyland normal, y tiene más ambientación en plan películas, tipo Port Aventura pero en plan guay: costa mediterránea, selva azteca, Nueva York, etc. Nada más llegar nos encontramos con el Spring Carnival, un número musical sobre la primavera, muy chulo, lástima la gente que había delante.

Recorriendo el puerto mediterráneo llegamos a la Isla Misteriosa, donde nos montamos en una atracción de Viaje al Centro de la Tierra bastante chula, con caída al final donde descubrí que podía gritar. Había un río en medio donde podíamos ver el Nautilus y la entrada a una atracción de 20.000 Leguas de Viaje Submarino, así que para allá nos fuimos, era más tranqui, pero la sensación de estar debajo del agua estaba lograda.

Después de admirar el volcán que había en la zona un rato más nos fuimos al Mermaid Lagoon, ambientación de La Sirenita muy lograda, donde un muy bien caracterizado y yanki Príncipe Eric secuestró a Goiuri para huir de un grupo de japonesas hiperhormonada. Descubrimos que Eric era un fresco, Goiuri le dijo que su novio podía estar celoso y contestò que seguro que no, él estaba casado y no había problema, juas. Eso sí, el momento en que se la llevó del brazo delante de las japas, y las caras de odio/asombro de éstas, fue memorable. Lo siguiente fue ver un espectáculo sobre la película con una puesta en escena y unas marionetas acojonantes, impresionante.

De ahí pasamos al Lost River Delta, donde el resto se montó en una montaña rusa que a mi me echó para atrás al ver el letrero que decía que tenía un loop de 360º. Da igual que dijeran que era una mierda, el criterio de alguien que monta en el Dragon Khan deja de ser objetivo para mí. Comimos por la zona unos filetillos de pollo con arroz y ensalada por los que nos sangraron bastante, poco abundante, pero al menos estaba rico:

Y después tocaba Agrabah y el puerto árabe, con cosillas de Aladdin. Fuimos a otra atracción/espectáculo con magia y animación 3D que no estaba mal, y si nos hubiéramos dado cuenta que había aparatitos para traducir si querías, hubiera estado mejor; menos mal que se podía entender bastante bien.

Después regresamos al Lost River Delta, se nos había pasado una atracción de Indiana Jones, estuvo chula, pero no pude disfrutarla porque estaba pendiente de si había alguna caída, e incluso me mareé. La siguiente zona a visitar era Port Discovery, un lugar en plan retrofuturista con submarinos y un muelle. Los demás se fueron a lo que parecía otra montaña rusa mientras yo me quedaba experimentando con la reflex de Zumito; al final resultó ser un simulador a puerta cerrada sobre el interior de una tormente y salieron mojados, jejeje.

Seguimos nuestro camino y entramos en el American Waterfront, con una réplica muy chula del SS Columbia. El resto de la zona era una recreación del Nueva York de los años 20, con coches y edificios de época muy chulos.

En esa misma zona fue donde me robaron la garganta, gracias a la casa del terror del lugar. Yo, como iba flipando con todo, no me fijé en que la azafata decía muchas veces “erebetaa”, o elevator(ascensor), así que cuando subimos a la altura de 5 pisos y nos dejaron caer me cagué. Descubrí que puedo gritar como una auténtica nena, sólo necesito dos caídas libres, madre mía! Salí que me temblaban las piernas, pero la experiencia estuvo bien, eso sí, no quise repetir.

Como había un espectáculo de luz y fuegos artificiales a partir de las 8, volvimos a la zona de la Sirenita a hacer tiempo, y descubrimos un laberinto con localizaciones de la peli muy chulo.

El espectáculo de luz era en el lago del puerto mediterráneo, y consistía en chorros de agua y una especie de pájaro de fuego mecánico que lanzaba bolas de fuego por las alas, me encantó; los fuegos artificiales fueron normalillos, pero aún así fueron bonitos.

Después de eso nos largamos pitando antes de que cerraran el parque y el tren se petara de gente, pero antes, una paradita para cenar en un sitio donde hacían unas hamburguesas que no estaban mal:

¿Os acordáis que ayer hizo un buen día? Pues para compensarlo, hoy tuvimos un tiempo de perros, con lluvia cada dos por tres, vientaco y de perros completamente. Pero el plan hay que seguirlo, así que volvimos a ser valientes y nos fuimos a Odaiba, una isla artificial en la que hay mogollón de edificios de oficinas entre otras cosas. No, no vimos a ningún Niño Elegido ni ningún Digimon, ojalá. La isla está unida al continente por el Rainbow Bridge y tiene una réplica de la Estatua de la Libertad pequeñita en uno de los paseos que hay a lo largo de la orilla.

Los estudios de Fuji TV también son famosos, sobre todo por el mirador en forma de bola que hay en la parte de arriba y la exposición sobre los programas que emiten que tienen casi siempre, con vistas a los estudios.
Antes de comer nos fuimos al Toyota City Showcase, una especie de edificio de exhibición de la marca donde te mostraban nuevos modelos, modelos tuneados a lo kawaii, distintos coches de carreras y simuladores de carreras y de conducción, muy recomendable si os gustan los coches:

La comida fue de McDonalds, una Teriyaki con huevo o Teritama como dicen ellos y una hamburguesa de gambas para Zumi, me gusta más la de gambas, muy rica.

Lo siguiente que tocaba era ir a la tienda Ghibli de al lado, donde tenían un Gatobús de peluche con el que no pude evitar hacer esto:

Al final no me atreví a entrar en el Sega Joypolis, un edificio con mogollón de simuladores y maquinitas de los ganchos, me mareo con facilidad y en un simulador de la Toyota City había salido algo revuelta, así que nos volvimos para Akiba a curiosear en el Book Off, donde me pillé el artbook de Nausicäa y de RG Veda a bastante buen precio, de segunda mano y buen estado. ¿Os he dicho lo que me molan estas tiendas?

Para cenar habíamos quedado con Iker y Goiuri para ir al Akiba Kare, un sitio donde daban kebab y cosas así y donde nos pedimos unas tortas de pan rellenas de queso y carne y queso, aparte de un pan de ajo que no fuimos capaces de terminar.

Y llenísimos como estábamos, para variar, nos fuimos a morir al hotel, que al día siguiente, si el tiempo nos acompañaba, nos tocaba ir al Disney Sea.

PD: HE HA DICHO GENTE QUE NO ENTIENDE LAS COSAS QUE EXPLICO EN EL BLOG, AUNQUE INTENTO ACLARAR LO QUE CREO QUE NO PUEDE ENTENDER MI FAMILIA Y DEMÁS GENTE NO PUESTA EN LA JERGA DE ESTAS COSAS. ES COMPRENSIBLE YA QUE ESCRIBO LAS ENTRADAS DE MADRUGADA, HECHA POLVO Y CON UN POCO DE PRISA POR ACOSTARME, PERO DE TODAS MANERAS, SI TENÉIS DUDAS, DEJAD UN COMENTARIO, QUE NO CUESTA DINERO NI MUERDO (TODAVIA).

El lunes perro y lluvioso seguimos adelante con el planning y nos fuimos a Mitaka a una de las cosas que más ganas tenía de ver: el Museo Ghibli. El Estudio Ghibli es un estudio de animación con prestigio a nivel mundial, y su principal figura es Hayao Miyazaki, un auténtico mago de los sueños autor de películas como Mi Vecino Totoro, El Viaje de Chihiro o La Princesa Mononoke.

Lo primero que sorprende al llegar es el Totoro prácticamente a tamaño real que hay en la taquilla, te dan ganas de pedirle la entrada, jejeje. La entrada del museo, que nosotros canjeamos por las cutres sacadas en un conbini, son 3 fotogramas de una película, a nosotros nos tocaron de Totoro y Chihiro, y aunque no eran escenas clave ni nada, molaban un montón.

Y qué decir del museo? No sabría por donde empezar. La parte de abajo está llena de dioramas y animaciones mediante dibujos en serie iluminados con luz estroboscópica; en especial me gustó uno grande con figuritas con varios personajes de sus películas más conocidas. Tambien hay una sala de proyecciones en la que ponen cortos que sólo pueden verse allí; a nosotros nos tocó uno nuevo que habían hecho, sobre una niña que se va de excursión que tenía una narrativa muy peculiar, muda y con las onomatopeyas pintadas que se movían y llegaban a empujar a la niña, muy chulo.

La segunda planta mostraba el proceso de creación de una película: desde las fotos en las que basarse para hacer los diseños, bocetos, coloreado, entintado, fotolitos, etc. Las paredes estaban llenas de diseños de las pelis, había storyboards completos de algunas para ojear y pequeñas pantallas con manivelas para ver las animaciones con las hojas. Todo en un par de habitaciones abarrotadas de objetos que podrían haber sido una referencia para un diseño, calefactores, reproducciones de comida y bebida, etc., hasta vimos una botella de vino de Rioja! En el mismo piso, pero en otra sala había una exposición temporal sobre Ponyo en el Acantilado, que mostraba el proceso de animación de toda la película, pequeños vídeos sobre cómo habían hecho determinados efectos (muy currados, me quedé boquiabierta), libros y cajas con manivela para ver la animación de algunas escenas….en fin, una burrada de cosas. Mira que no me levanta pasiones la película, pero la exposición me hizo apreciar al menos el esfuerzo y el mimo que le han dedicado. Como curiosidad, tenían las más de 700.000 hojas sobre las que se hacen los fotolitos que componen la película, en mitad de la habitación, un montón enorme, jejeje, y un par de estatuas de Ponyo chulas.

Más arriba había una habitación con un Gatobús enorme de peluche para que jugaran los niños (¡¿por qué tengo que ser mayor, POR QUÉ?!) y la tienda, donde babeé todo lo que fui capaz con las chorradillas y las no tan chorradillas, como las reproducciones del avión de Porco Rosso. 5000 yennis por una reproducción a escala 1:72? Para ellos, serán careros! Eso sí, he decidido que cuando sea rica me voy a comprar la que vale 900.000 yennis, que se ve el motor lateral y el interior del avión por uno de los costados….babas…babas…liiiitros de babas.

Mi conclusión sobre el museo es que si te gusta Ghibli, vayas. Si te gusta Disney, vayas. Si te gusta la animación en general y su mundillo, vayas. Es muy visual y entretenido, más interactivo que el museo Tezuka (quizás por ser de animación y no de manga y que sus películas son mucho más recientes). Lo considero una visita obligatoria para cualquier buen aficionado, y muy recomendable como curiosidad para el turista normal. Si lleváis críos, además, os puedo asegurar que se lo van a pasar genial, está hecho para ellos y estaba llenito de ellos, aunque no se hacía molesto. No hay fotos porque están prohibidas dentro, así que os dejo con lo único exterior, el Totoro taquillero y un guardián de El Castillo en el Cielo. La segunda está dedicada a los que no se creen que estoy aquí comiendo onigiris como una cerda:



Después de comer en un sukiya un gyudon con sopa de miso (cómo no, si, lo se, somos adictos xD) y tener una conversación surrealista con un vejete, intentamos seguir con el plan, pero fue un fracaso. Nuestra intención era subir a la torre Mori, un rascacielos de Roppongi desde el que se ven unas vistas de Tokyo acojonantes, pero al salir del metro nos encontramos esto:


Así que quisimos probar suerte con la torre de Tokyo, que se veía desde la zona, y nos encontramos esto:


Decidimos que no era un buen día para visitar los miradores, así que fuimos a Shibuya a hacer tiempo, ya que a las 7 habíamos quedado con Razi y Nana (sé que está a huevo, pero nada de bromas perrunas xD), coleguillas de Zumi que viven en Tokyo. El primero es el tipo con el que vino la primera vez al país y ella es una japa que se ha criado en Vallecas pero que ahora estudia aquí. Y cómo se pasan 3 horas en Shibuya? Tomando un Matcha Frapuccino (batido helado de té verde) en el Starbucks e intentando grabar el cruce de Shibuya, el más transitado del mundo mundial.


Y digo intentando porque deben de estar un poco hasta los cojones de que los gaijines (extranjeros) se agolpen en las cristaleras que dan al cruce y colapsen el pasillo del local, porque no dejaban grabar ni hacer fotos; yo lo intenté con ayuda de unos americanos que había cerca que me chivaron cuando se fué el camarero y no pude grabar un puñetero semáforo en verde entero. Y ahí estaba yo poniendo a parir al chino y a la china del delantal cuando llegaron 5 rubios caucásicos grandotes y se pusieron a hacer fotos con flash con total impunidad. Yo, claro, con cara de “qué coño es esto!?” mientras ellos seguían a lo suyo y ni rastro de los chinorris. Cuando se fueron llego un negraco con su novia rubia (no sé porqué, pero siempre llevan tías rubias al lado, por qué será?) y se puso a hacer fotos con flash también. Ahí yo, con los cojoncillos tocados como los tenía, le eché morro y le pedí que me hiciera un hueco para grabar el puñetero semáforo, y lo conseguí, aunque con flashazos reflejados en el cristal (sigh).

Entre pitos y flautas, nuestro frapuccino eterno llegó a su fin y nos largamos a Kabukichô, donde habíamos quedado con Nana y Razi. El plan era simple, beber bajo los cerezos, muy japonés, verdad? Estuvimos buscando un sitio del que le habían hablado a Nana, un canal flanqueado por cerezacos que era precioso, y nos fuimos a un conbini a por unas birras y a charlar. Deciros que el hanami, si es por la noche tiene otro nombre, Yôzakura, curioso, verdad?


Nos recorrimos el canal un buen trecho y entre risas y burradas varias nos metimos en una tasca a seguir con la fiesta, a base de raciones de yakitori, yakisoba y alguna cosa más de la que no me acuerdo, todo ello regado con cervecita. Una buena noche, y muy majos los dos, nos echamos una buenas risas. Luego, todos contentillos (unos más que otros) nos fuimos cada mochuelo a su olivo, que al día siguiente teníamos días atareados.

Últimamente no tengo mucho tiempo, entre trabajos de la universidad, parciales y demás, pero como hay que actualizar, les traigo una escena de una de mis películas de animación favoritas. Mi vecino Totoro, del maestro Hayao Miyazaki, es una historia sin complicaciones, sobre una familia, sus experiencias cuando se mudan al campo, y en especial sobre las dos hijas y las aventuras que viven con los espíritus que habitan el bosque cercano a la casa. Detallista, emotiva, divertida, imaginativa… no hay suficientes adjetivos para describirla.
Os dejo una de las escenas más conocidas, en la que las dos niñas protagonistas están esperando bajo la lluvia al autobús y se encuentran con alguien….inesperado.

Actualización: Por desgracia retiraron de Youtube el vídeo con la escena completa, lo único que he podido encontrar es esta comparativa con las voces japonesa y estadounidense de Totoro. Un pequeño resumen de la escena que os comento lo podéis ver en el primer minuto y medio. Si sentís curiosidad, os aconsejo que veáis la película ;)

Encuentranos en twitter