Conan the Barbarian

Hollywood lleva sin ideas estos últimos años, de ahí que hayan proliferado todo tipo de adaptaciones de series de televisión y comics, remakes de éxitos de hace años o extranjeros y reboots o reinicios de sagas y franquicias que pueden ser aprovechables. Esta salida fácil es un arma de doble filo, pues si no se ejecuta con fidelidad y tiene un guión coherente, pueden salir churros para esconderse debajo del asiento. Y mucho me temo que la nueva adaptación de Conan el Bárbaro es una de ellas.
Esta aventura de Conan nos vuelve a contar su infancia, donde se muestra al cimmerio de forma más fiel a los relatos de Robert E. Howard. Aquí veremos el peculiar carácter del niño nacido en la batalla, y tras esto, nos ponemos en faena: Llegan los malos, arrasan con todo, matan al padre de Conan y éste se pone de objetivo matar al hombre que los mandaba. Todo este follón viene a cuento de que las aldeas cimmerias ocultan pedazos de una máscara mágica que otorga poderes de nigromante, o algo así; una cosa que descubriremos que realmente se la pela a los guionistas. Porque aquí lo importante son las hostias, que se reparten con una ración más que generosa de sangre, llegando un punto en el que parece que las personas son huevos: les das un empujón y cuando se chocan contra cualquier pared, se rompen y hacen ‘chof’. Para activar el objeto mágico, el malo necesita una jamelga, que se cruza con Conan. Y la hemos liado, porque ya sabe cómo atraer al bandolero que le robó la infancia (como si tuviera antes), solo que ahora es rey de todos los reinos que ha arrasado y conquistado. Pero no sé si le falta un tornillo o qué, porque con su enorme ejército lleva un barco soportado por elefantes, donde duerme y tal este buen señor. Y digo yo….¿tan mal está el aparcamiento en el mar para un rey que tiene que llevarse el barco a cuestas? Y si es así…¿no hay un camino mejor que las montañas? El rey malvado tiene una hija, con unas pintas que parece sacada de las Guerras Clon, hechicera muy poderosa ella. A todo esto, Conan se calza a la jamelga. Y creo que  voy a dejar el resumen aquí, porque no quiero entrar en más detalles.

Todo lo anterior está dicho en un tono muy jocoso, si, pero creo que es la única manera de tragar esta película. Sangre desmesurada durante media película (la otra media no hay por muy fuerte que les peguen), diálogos consistentes en gruñidos y gritos (no es coña), un montaje malo hasta límites insospechados…..y muchas cosas raras. El malvado rey que ansía el poder sobrenatural no hace nada ni pinta nada. Su hija superpoderosa no hace nada y no pinta nada. Jason Momoa está perfecto, no se le puede pedir mucho a Conan, es hombre de pocas palabras que prefiere que hable su espada, aunque el manejo del acero lo hace parecer más un luchador chino que un bárbaro cimmerio: girando continuamente la espada, bandiéndola al reves (recordemos que hablamos de espadas y espadones que cortan más por la fuerza que los empuña que por el filo que poseen) y golpendo más con la empuñadura que con la hoja. Al menos la vestimenta es como la que se describe en los relatos, con esa capa que le sirve de faldón. Las escenas de acción son tantas y tan seguidas que terminan por aburrir, se alargan mucho y se hacen pesadas. Sinceramente, si este mundo lo cogieran guionistas decentes y cualquier director decente, la cosa ganaría mucho. Muchísimo.

Dicho por amigos conocedores del mundo de Conan, cualquiera de las aventuras que mencionan en la película (porque lo hacen, un guiño que puede parecer un insulto) hubiera resultado mejor película que esta historia. No dudo que a muchos de vosotros os va a encantar, sobre todo si no os gusta partiros la cabeza con tramas complicadas y la acción trepidante es lo vuestro. Pero como intentéis mirarla mínimamente con ojo crítico….¡ay, insensatos!

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