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Crepúsculo

La saga vampírica que está haciendo furor entre las féminas de medio mundo va llegando a su fin, y como creo que se merece una segunda oportunidad, he decidido visionar y reseñar todas las entregas de la saga Crepúsculo de la forma más objetiva posible, dejando a un lado mi aversión hacia los vampiros gusiluz. Y hoy comenzamos con la que da nombre a la saga, Crepúsculo.

nullRecordaré la historia por si hay alguien despistado: Bella Swan se traslada a vivir con su padre a Forks, un pueblo apartado entre montañas. Lejos de la soleada Arizona y de todos sus amigos, intenta integrarse. Un día, conoce a Edward Cullen, un misterioso chico por el que se sentirá atraída al instante, al igual que él. Pero Edward no es humano, y la relación de ambos se verá en serio peligro cuando otro grupo de vampiros vayan al pueblo. Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de ver esta película es que aunque se les llame “vampiros”, estos seres no son tales; creo que es la única película en la que estos seres rompen la característica más representativa junto a no poder exponerse a la luz del día: la obligatoriedad de beber sangre humana para poder vivir. Bram Stoker sentó las bases modernas con su Drácula, pero en los mitos folklóricos de todo el mundo el vampiro se alimenta de personas, ya sea de su sangre o su energía vital. Lo de que brillen a la luz del día, por muy ridículo que sea a los ojos y oídos de alguien que entienda un poco del tema, al menos respeta este rasgo.

La cara que luce Kristen Steward durante toda la película. Sin variaciones.

Obviando lo que conlleva llamar vampiro a algo que no lo es, podemos ver una película romántica con una historia muy al estilo de La Bella y la Bestia, con nuestra heroína tratando de que su amado deje su lado más salvaje y sea civilizado, todo ello con muchos planos de ellos dos queriendo expresar algo que sus caras no son capaces de gesticular. Porque si algo hace perder fuelle a Crepúsculo es la inexpresividad de sus protagonistas. Kristen Steward y Robert Pattinson, que con sus caras lánguidas consiguen que les imitemos en el sofá mientras intentamos adivinar qué sienten los personajes. El resto de los Cullen hacen lo que pueden, e interpretativamente superan con creces a los dos protagonistas (cosa que no es difícil). En cuanto a los “malos”, decir que el único que hace algo es el negro con rastas que se mueve como Jack Sparrow, el malo malísimo tiene menos frases que Darth Maul y su sola presencia acojona a un grupo de (agárrense los machos) 7 vampiros, que huyen despavoridos para despistarle y que no mate a la pre obBella. Sin embargo, en el momento cúlmen de la epopeya, lo agarran entre dos y un tercero lo decapita. Hola, me llamo incongruencias del guión y he venido para quedarme.

Con cosas así, en cuanto seas un poco crítico con una película, te aburrirás y querrás recuperar ese tiempo perdido. Lo único bueno que puedo decir de la película es que técnicamente está muy cuidada, tanto las luces como los planos están medidos al milímetro y consiguen un ambiente opresivo, triste, lóbrego y en definitiva, el necesario para una peli de vampiros. Por lo demás, Crepúsculo es una película ñoña, pesada y con un reparto insufrible. Sólo para los amantes del azúcar.

 

Los que seguís mis andanzas peliculeras por blog tal vez os acordéis de aquella primera entrada en la que hablaba de esta misma película. Mi opinión en esos años estaba fundamentada en oídas de conocidos e imágenes en programas de cine; no fuí capaz de verla porque como buena purista shakespiriana el ver a un negro con rastas y una pipa hablando en verso y con teatralidad me aberré mucho. Sin embargo, visto que Baz Luhrmann después ha dirigido dos películas que me gustaron bastante, cuando llegaron dos amigos míos con la superedición en Blu-Ray para verla no pude negarme.

No voy a negar que me sigue chocando que los Montesco y los Capuleto sean mafiosos de aspecto barriobajero y gatillo fácil, pero realmente la esencia de la obra se mantiene, que en el fondo es lo importante. La historia de amor de dos jóvenes de familias rivales que con sus muertes hacen ver lo inútil de su lucha y la desgracia que estaban llevando a todos, llevado a un mundo moderno, debía encuadrarse dentro del mundo de la mafia, ya que en los tiempos que corren son los únicos que siguen blandiendo el honor y la sangre como estandarte en sus venganzas. Los cabezas de familia mantienen las formas frente al público mientras sus vástagos y familiares derraman la sangre del enemigo en cualquier lugar.

Leonardo diCaprio no me gustaba nada entonces, puede que porque se había convertido en ídolo de las nenas y nunca he comulgado con eso de seguir a la masa enfervorecida; más bien yo me iba corriendo en dirección contraria. Pero con los años este actor ha dejado de ser un niño eterno y se ha ganado mi respeto con películas como Infiltrados, El Aviador, Shutter Island u Origen. Echando la vista atrás hacia Romeo y Julieta, el chaval actúa muy bien, acorde con el enamorado y torturado Romeo, que no puede amar a su Julieta sin pasar por encima de su familia, loco tras descubrir el amor por abandonar la violencia, vivir tranquilo con su amada y puede que reconciliar a las dos familias, ¿por qué no?

Del resto del reparto (con actorazos) tengo que destacar al enorme John Leguizamo y su estiloso y torero Tibaldo, y a un Harold Perrineau desatado interpretando al siempre carismático Mercuccio. El primero es un actorazo de esos que animan cualquier película mediocre en la que actúen, condenado a ser siempre un secundario carismático y con talento poco aprovechado. Aquí construye un personaje realmente teatral en sus movimientos y su forma de actuar, con un aire de rebelde sesentero a lo John Travolta en Grease mezclado con mariachi mejicano. Perrineau, nuestro Michael en la serie Perdidos, ha sido mi sorpresa, el negro con rastas que recita pipa en mano. Un poco locaza quizá (debido en parte a su disfraz en parte de sus intervenciones), pero siempre cachondo y amigo de Romeo.

En resumen, la peli no está mal. Será recordada por ser posiblemente la adaptación más rara de una obra de Shakespeare, pero la esencia de esta historia universal permanece, como ya he dicho, y aunque lo escribas con letras doradas, el mensaje no cambia: el amor puede ser la mayor bendición o la más terrible de las maldiciones.

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Vamos a ponernos serios, porque la ocasión lo merece. Vamos a analizar una aberración éxito de taquilla que ha enajenado enloquecido a millones de crías sin criterio aborrescentes de todo el mundo. Por si alguien no sabe a qué “película” me estoy refiriendo, hablo de Crepúsculo, la adaptación cinematográfica del best-seller mundial escrito por Stephenie Meyer y que narra el amor imposible entre un vampiro y una humana. Pero supongo que a estas alturas ya todo el mundo se sabe el pastel de argumento, así que no voy a explicarlo; si alguien vive en la inopia no sabe la historia, puede leerla aquí.

Pero vayamos al grano. Por mucho que nos lo hayan querido vender así, Crepúsculo NO es una película de vampiros. Personalmente, se me parece más a una novela de Danielle Steel, con sus romances imposibles (no puedo estar con ella/le quiero a cualquier precio), sus dificultades (él necesita “sangre” y no envejece), y sus villanos en contra de su amorl (aka “tío-bueno-con-menos-frases-que-Darth-Maul”). No hay oscuridad, ni nada que huela a vampiro, al menos tal y como se conoce a esta criatura desde que Bram Stoker cogió la pluma. El vampirismo, tal y como se entiende hoy en día, es una maldición impuesta por Dios o una forma de vida impía de orígenes nada benignos. Dicha maldición se manifiesta por las características de éstos: No se reflejan en los espejos porque carecen de alma y los espejos la reflejan, arden con el sol porque éste es símbolo de la luz divina y ellos son servidores de la sombra, no pisan suelo sagrado porque son criaturas malditas y más cercanas a Satán, y beben sangre porque es un acto de máxima impureza al absorber el alma de una criatura de Dios. El hecho de que para la conversión vampírica haya siempre sangre de por medio es una confirmación de ello; la persona muere al arrebatársele el fluido vital, pero la maldición vampírica (en cualquiera de sus variantes) no deja que el alma del individuo ascienda al cielo, sino que la atrapa y corrompe, vagando el resto de la eternidad como criatura de la noche. Como digo, hay muchas variantes sobre la conversión vampírica, sus debilidades y costumbres, pero los cimientos básicos son los que acabo de explicar. Y Crepúsculo se los pasa por el forro de los caprichos.

En primer lugar…..¡los vampiros brillan!¡Como los Gusiluz!¿Por eso se ocultan de la luz del sol? Pero si son bellos… (frase textual de la película). El asunto de la sangre es un poco extraño, puesto que, si los protas supermegachachis de la muerte son “vegetarianos” y no beben sangre humana…¿no deberían morirse o algo? Si beber sangre humana es opcional y para nada fundamental en la supervivencia de un vampiro, ¿por qué algunos beben sangre humana y otros no?¿Porque son buenas personas? En serio, no me convence la visión de esta mujer, para nada. Y bueno, no he mencionado a los malos malosos de la historia: un clan nómada que son crueles y despiadados porque se alimentan de humanos. Dejando aparte el asunto de la sangre, el clan está formado por tres miembros: el maestro chungo que te cagas que luego resulta ser bueno porque avisa a los protas de que el tío-bueno-con-menos-diálogo-que-Darth-Maul es el más mejor de los vampiros que ha visto nunca, la random vampiresa que no tiene ni una frase pero que debe tener planos y escenas con cara de malamalísima porque es la malamalísima en el tercer libro de la saga; y el tío-bueno-con-menos-frases-que-Darth-Maul, que resulta ser la leche, el mejor rastreador, el mejor en combate, en definitiva, el más duro rival que puedan echarse los vampiritos hippies estos. Fijáos lo chungo que es, que siendo 7 contra 1 huyen en varias direcciones, diseminando el olor de la prota por varios sitios para que no la encuentre, porque le tienen mucho miedito, pero claro, el malo, como buen malo, debe descubrir el truco, cabrearse, y encontrar a la dama en apuros. Llegados a este punto, lo de huir del malo superpoderoso lo hemos olvidado y entre los 7 se enfrentan a él y lo descuartizan para luego hacer barbacoa con sus restos en una escuela de ballet. ¡Qué romántico!

Para terminar, quiero hacer notar el alarmante parecido de Bella, la chica protagonista, con una Mary Sue. Para empezar, el nombre ya sugiere belleza y guapura, lo cual no es un buen principio. Edward, el vampiro nenaza, se enamora perdidamente a primera vista y decide que son almas gemelas. Una chica que llega nueva a un instituto, que es poco sociable porque se siente incomprendida, cae bien en el momento en el que hablan con ella…..parece que estemos leyendo un fanfic de pésima calidad, la verdad. Que a mí me parece muy bien que la autora fantasee con vampiros súperbuenas personas que se enamoran de ella, entendedme; cada uno hace en su cama y con sus dedos lo que quiere. Pero no se pueden escribir unas fantasías sin pies ni cabeza y publicarlas como si una fuera una gran escritora. No debemos confundir algo que vende con algo de calidad.

Y me aguanto y pongo un gesto de “pobrecillos que no saben lo que hacen” cuando me hablan de las excelencias de la saga y de que son unos libros geniales. Porque las cosas son así, la gente hoy en día se lee cualquier cosa y la califica de obra maestra. Pero como decía Nicole Kidman en Australia, “que las cosas sean así no quiere decir que deban serlo”.

Se me quedan en el tintero las opiniones del propio Robert Pattinson sobre el libro a partir de lo que estuvo leyendo para prepararse el personaje, pero no encuentro la entrevista. Pero no desisto y os lo pondré para vuestro disfrute.

Os dejo un par de regalitos, el primero de ellos facilitado por Mario y que muestra las razones por las que la gente odia Crepúsculo. El segundo es de una chica, fan de otra saga de libros juveniles de vampiros llamada Cirque du Freak y que analiza las diferencias entre ambas sagas dando 31 razones por las que Cirque du Freak es mejor que Crepúsculo. No tiene subtítulos, pero las mejores partes se entienden bastante bien.

Y eso es todo. Escribo poco, pero cuando lo hago, me quedo a gusto, no creéis?

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